miércoles, 11 de agosto de 2010

No evaluarás a tu prójimo...

Debo confesar que la clase anterior despertó en mí un profundo sentimiento, debido a una idea que habita en mi corazón desde que inicié mi viaje en la docencia: “Odio evaluar”.
Esta emoción ha hecho de mi cuerpo su hogar, donde se encuentra cómoda y aparentemente, hasta ahora, no ha sucedido nada que la haga cambiar de opinión en lo más mínimo. Sentada en un sillón y desde la calidez de mi hogar me pregunto con una voz suave pero firme; ¿Para qué evalúo?, ¿Por qué tengo que hacerlo yo?, y ¿Qué hago con estos resultados? Hasta ahora no he encontrado contestaciones, pues no sé la respuesta. Una respuesta que me cuadre en todo sentido y que me haga sentir tranquila. Y no puedo dejar de pensar en una analogía que quiero compartir con ustedes: me imagino que evaluar a un alumnos es como decirle a alguién; “TE VOY A COMER”, ó sacarle una foto cuando se encuentra en una cornisa, apenas logrando sostener un precario equilibrio y justo esta en el momento de decidir si da el siguiente paso o se regresa, y precisamente en ese momento de indecisión le dices; “sonríe” mientras lanzas un flashazo. Es imposible que el resultado de tomarle la foto a los alumnos signifique algo siquiera cercano a lo que deben saber sobre mi materia. He conocido alumnos con un gran compromiso social; una amabilidad increíble y una naturaleza fina y elegante, pero que al trabajar en equipo estas hermosas cualidades se vuelven en su contra, y se tornan complacientes y permisivos en su intento por comprender a los otros y sus intereses. Y entonces aceptan todas las propuestas, su trabajo se diluye terminando sin enfoque, sin objetivo y sin rumbo.
Al cuestionar a estos buenos alumnos sobre su participación en el trabajo enmudecen, porque en su naturaleza privilegiada, existen valores muy sólidos que no les permitiría mentir asumiendo su responsabilidad ante el fracaso. Sus almas son fuertes y pueden cargar con toda la responsabilidad, pero no logran responder en voz alta a personalidades como la mía que tiende a hacer sentir intimidados a los justos y de alma noble. Es aquí donde me vuelvo loca buscando una rúbrica que evalúe las cualidades de los que tienen y otra que les abra los ojos a los necios que son incapaces de la autocorrección y que buscan en estos espíritus libres un aliado. No se dan cuenta que unos someten a los otros, los encarcelan y todas sus virtudes se envilecen para volverse un error.
Y es entonces, cuando YO ser omnipotente debo decirle a las almas buenas “pierde tu bondad e imponte, toma decisiones, no cedas tu espacio porque nadie te lo dará sino lo haces valer. No eres hábil para resolver conflictos y terminas sometida sin que nadie sepa lo que piensas. En este mundo no funciona lo que tú haces, debes cambiar”. Sí, aunque no nos guste, es verdad que en este mundo no funciona lo que ellos nos regalan a manos llenas, y Yo, bajo el parámetro de las competencias debo decirles que reprobarán. Y entonces no puedo dejar de preguntarme ¿Qué hago con todos ellos? Qué hago con….
Un joven que sentado frente a mí desea ser descubierto, pero que en su afán de preparar la participación ideal no habla en todo el semestre.
Otro joven me mira pensando que debo dar terapia de grupo porque otro maestro se las dio.
Una chica es incapaz de dirigirse a un grupo de personas desde siempre, pero según su prueba de aptitudes se encuentra estudiando Comunicación.
Un muchacho que no logra entender porque la sociedad debe apoyarse entre sí, si día y noche su padre lo trata con groserías, si ve que todos se agreden al conducir sus autos, si los que lo rodean le dicen con sus acciones; “No te dejes, primero tus intereses”
Y YO ser omnipotente estando frente a todos estos seres humanos tan diversos detengo mi andar por el camino de la verdad para decirles “Te voy a EVALUAR”.
¡Odio evaluar!, He preparado un depuradísimo portafolio de rúbricas, listas de cotejo, productos, carpetas de evidencias. Todo para enfrentarme a 42 alumnos de Bachillerato de 5º semestre, a los que ya les di clase el semestre pasado. Todo está listo, tenemos hasta el domi de la carpeta (claro, hecho por maestros). He preparado secuencias didácticas, descritas a detalle en mi planeación (cuyo formato, por cierto no cuenta con un espacio donde se describa el objetivo de cada dinámica) y aunque yo lo tengo claro este semestre, lo guardaré para mí y no lo compartiré con nadie Ja ja ja ja.
Lo interesante es que, después de horas de trabajo, sé que si se trata de preparatorianos lo mejor es usar la intuición, la creatividad y la frescura. ¿Qué pasará? No lo sé, pero si todo va bien, tengan por seguro que compartiré con ustedes el éxito que me garantizan “las competencias” y sus propuestas de evaluación.
ODIO EVALUAR, esta es mi confesión y odio a todos aquellos incapaces de la autocorrección y que buscan en el docente al ser que evalúa para entonces calificarle de obtuso, acusarlo de que le falta felicidad y cuyo único objetivo es vengarse con ellos por su frustración profesional. Porque, claro, solo la escoria de la sociedad se dedica a dar clases (debo aclarar que es un sarcasmo, revuelto con ironía y un dejo de amargura, provocada por una frase que escuche en una fiesta donde al pegarle a la piñata un iluminado gritó “pégale como si fuera tu maestro de matemáticas de la prepa”. Entre paréntesis, debo confesar que este tipo de “curiosas analogías“ las he oído más veces de las que puedo soportar, sin embargo lo he logrado superar porque soy Omnipotente (recuerden mi poder súper fantástico “evaluar”).
Por cierto, no sé si ya les dije que ODIO evaluar.
Perdonen estas palabras delirantes, pero llevo 5 días preparando un sinfín de carpetas repletas de “evaluación continua” y ya no puedo más… así que permitan este desahogo y continúen su camino lleno de brillantes promesas.
Angélica Cifuentes

2 comentarios:

  1. Angie, como dice Confundido no te abrumes y sé que lo he dicho varias veces pero eres de las pocas maestras que logran trascender, al menos en mí lo hiciste, con aquella caja de símbolos, signos y alegoría, y creeme que esa evaluación aunque antes de pasar al frente y mostrarte mi caja moría de nervios porque no sabía si había logrado el objetivo porque a veces como alumnos tenemos una percepción completamente opuesta a lo que realmente está buscando el docente en nosotros y lo digo porqué después de la retroalimentación sobre mi trabajo, solo pude darme cuenta de que el objetivo era crear algo a partir de uno mismo , saber lo que soy y lo que los demás pueden percibir de mí, y hasta el momento la conservo y es el trabajo más extraño, más creativo, y el que en su momento más trabajo costo realizarlo, pero también uno de los que jamás podré olvidar y siempre que puedo pregunto y tú ¿cómo te representarías?,así que no te preocupes por la evaluación por que es más grande lo que logras dejar en tus alumnos y no lo digo solo yo, lo decimos varios. Jacqueline

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